Felipe Mejías es arqueólogo y director de los trabajos de investigación que se están llevando a cabo en el campo de concentración de Albatera, así lo presentaba la edil de Patrimonio, Inma Verdú, que también estuvo acompañada de César Pérez.
El arqueólogo explicaba en la conferencia ayer: Historia y arqueología del campo de concentración de Albatera. Un espacio de represión en el contexto de la Guerra Civil (1937-1939), cómo han trabajado para descubrir lo que presumiblemente ocurrió en el campo de concentración de la Vega Baja, en el término de San Isidro.
El campo de concentración de Albatera fue construido en la II República como campo de trabajo al inicio de la Guerra Civil, pero al finalizar la guerra en 1939, se convierte en un campo de concentración por el que pasarán miles de capturados por la represión franquista en la provincia de Alicante, se calcula que entre 15 y 16.000 prisioneros.
Sin embargo el campo fue olvidado y de ello se encargaría el franquismo, pues una vez cerrado, el lugar es ocultado y entregan tierras y casas a emigrantes de otros puntos de España que desconocen la existencia del campo y este acaba por ser silenciado.
La falta de documentación pone en relieve el trabajo arqueológico de Felipe Mejías y su equipo, ya que es a través de esta disciplina como consiguen descubrir lo que pudo haber ocurrido en el campo de concentración.
El estudio comenzó en 2017, primero fue un estudio histórico porque se conoce muy poco del campo, testimonios orales y muy poca documentación escrita. En los años 2020-21 y 22 comenzaron con los trabajos arqueológicos, con excavaciones que han dado resultados importantes, se desenterrado uno de los barracones y se han encontrado innumerables objetos que “hablan” de lo que pudo haber pasado en el campo de concentración. Este año volverán a la zona para seguir con los trabajos, Mejías afirma que seguirán buscando fosas comunes, porque está seguro que allí hubieron muchos muertos y los cuerpos “deben estar en algún lugar”.
Mejías explicaba: “El campo desapareció al finalizar la guerra, pero siguen quedando estructuras soterradas, restos de los prisioneros en superficie que hemos encontrado y restos humanos, hay testimonios que hablan de fosas comunes, y ahora lo estamos investigando de forma científica, estamos buscando restos de las instalaciones, barracones, infraestructuras e intentar localizar las fosas comunes a partir de los testimonios que han visto cuerpos. Testimonios que contaron que hubo muertos prácticamente todos los días de quienes estuvieron allí”.
Los testimonios son claves, personas que han callado durante años por miedo, pero que con los años han ido confirmado con sus memorias que allí fueron muchos los prisioneros que malvivieron, murieron y fueron fusilados. Los trabajos ahora se centran en poder buscar a esas personas enterradas en las fosas que creen están ahí.
La metodología arqueológica que ha utilizado Felipe Mejías y su equipo ha sido la forma en la que se ha podido descubrir de alguna forma lo que ha ocurrido en el campo de concentración de Albatera y seguir investigándolo, ya que otras disciplinas se han quedado estancadas y no se conocía nada nuevo desde 1994.
El campo ha sido recientemente declarado Lugar de la Memoria Democrática y se espera que en un futuro se pueda convertir en un centro de interpretación de la memoria de un campo de concentración español. De momento junto con los trabajos arqueológicos, el equipo también cuenta con grabaciones de lo que se está haciendo en el campo, testimonios y demás que quieren se convierta en un documental.
Los presentes acogieron las palabras de Felipe con conmoción, algunos expresaron abiertamente que no conocían la existencia del campo y otros se aventuraron a contar algunas historias que conocían de la zona.